Eran las seis de la mañana y acabábamos de subirnos al coche para volver de las fiestas del pueblo de al lado. Para salir del pueblo había que subir una cuesta y la amiga que conducía llevaba dos meses con el carnet. La cuesta era tan empinada que se nos quedó el coche parado y no éramos capaces de sacarlo. Tuvo que venir un chico que nos dijo que le sujetáramos el cubata y nos sacó el coche.
Le dimos las gracias y nos volvimos a casa con una anécdota.